jueves, 1 de mayo de 2008

Poli bueno, poli malo


Las diversas ideologías socialistas que hay en el mundo, colaboran a menudo en la consecución de objetivos políticos que les sean comunes o compatibles. Para ello utilizan sistemáticamente la táctica del poli bueno y el poli malo, o en este caso más propiamente hablando, del esbirro bueno y el esbirro malo.

Los malos utilizan la fuerza, de la forma que les sea posible o más les convenga. Asesinando, secuestrando, asustando, acosando...

Los buenos “dialogan” con los malos y “consiguen de ellos” un cese temporal o atenuación de sus actividades, siempre y cuando la sociedad en cuestión, los cautivos, hagan algo que complazca y amanse a los esbirros malos. Los esbirros buenos cumplen la tarea de pintarle la situación a la opinión pública como si se tratase de un conflicto entre esbirros malos y algún ente abstracto que pulula en la sociedad cautiva (habitualmente usan las palabras fascismo, oligarquías, neoliberalismo, derecha, Iglesia, etc), que en realidad no es otra cosa que la voluntad mayoritaria, que se opone a los objetivos a conseguir por ambas mafias socialistas.

Dibujado ese conflicto, dado por hecho que está ahí, los esbirros buenos se postulan como salvadores del mismo. Habitualmente, sobre todo cuando la sociedad aún no ha destrozado del todo su democracia, si la había, las cesiones no representan todo lo que los socialistas persiguen, sino parte. Pero ese no es un grave problema para los malos, que con ir avanzando paulatinamente hacia su meta se conforman, aunque finjan que no para que el proceso lleve la máxima velocidad posible. Tampoco es un grave problema para los esbirros buenos, pues el mantenimiento del proceso los perpetúa en el negocio.

En algunos casos hay parones, incluso la colaboración puede tornarse en disputa, como es normal entre cualesquiera organizaciones mafiosas, que alternan ambos tipos de relación según la coyuntura. Habitualmente las peleas vienen porque no se ponen de acuerdo en el reparto del botín, o en qué quitarle a la sociedad. Estas fases también son igualmente aprovechables por ambos colectivos. Los malos aprovechan para generar otra oleada de terror, que mantenga asustada a la sociedad cautiva para en el futuro volver a tener peso para negociar. Los buenos para mantener limpia su imagen, simulando no tener nada que ver con los malos, e incluso que luchan contra ellos.
En cuanto les venga bien volver a colaborar, lo hacen.
También existen los estados intermedios, en los que se mezcla colaboración y disputa, terror leve y concesiones pequeñas o disfrazadas de acuerdos políticos.

Algunos ejemplos concretos:

- OBJETIVO A IMPONER: Secesión de regiones españolas y socialismo.
ESBIRRO MALO: ETA.
ESBIRRO BUENO: Zapatero.
LO QUE OFRECEN: Menos asesinados mientras gobierne el esbirro bueno, y eventualmente “paz”.

- OBJETIVO A IMPONER: Sabotaje del derrocamiento de Sadam Hussein y de la consolidación de la democracia en Iraq.
ESBIRRO MALO: Islamistas.
ESBIRRO BUENO: Zapatero y otros jefes internacionales.
LO QUE OFRECEN: Menos asesinatos islamistas en los países de los esbirros buenos.

- OBJETIVO A IMPONER: Comunismo en Colombia.
ESBIRRO MALO: FARC.
ESBIRRO BUENO: Hugo Chávez (en este caso, esbirro ‘menos malo’).
LO QUE OFRECEN: Liberación de secuestrados, y eventualmente “paz”.

- OBJETIVO A IMPONER: Veto en las universidades a las conferencias no socialistas ni nacionalistas.
ESBIRRO MALO: Bandas de matones ultrasocialistas.
ESBIRRO BUENO: Rectores (por ejemplo, el de la Universidad de Sevilla).
LO QUE OFRECEN: “Seguridad” en la Universidad.

- OBJETIVO A IMPONER: Que USA no acoja a refugiados de la dictadura comunista cubana, entre otros.
ESBIRRO MALO: Clan Castro.
ESBIRRO BUENO: Barack Hussein Obama.
LO QUE OFRECEN: Llevarse bien con el régimen cubano.


Y otros muchos casos en todo el mundo.

La descrita, es una colaboración política entre esbirros buenos y esbirros malos sumamente efectiva, con tan buenos efectos de engaño sobre una sociedad cautiva como los sobradamente estudiados sobre un individuo cautivo.
La división del trabajo lía y aturde a los cautivos, que tras ser aterrorizados por el malo, ven en el bueno a un bienintencionado salvador que los ayudará.
Pero está claro de lo que se trata realmente: dos mafias colaboran para conseguir, por la fuerza, imponer sus objetivos en la sociedad. Al buen observador no se lo logran ocultar: es una estratagema criminal, liberticida y antidemocrática (unos pocos acaban imponiendo que la mayoría elija lo que ellos desean).

¿Se enterarán algún día los ciudadanos de la sucia táctica?

Decía Benjamin Franklin que los que sacrifican la libertad para conseguir seguridad, no merecen ni una cosa ni otra. Lo que está claro es que no las obtendrán, pues aunque se les de todo a los terroristas y sus colaboradores, ya vendrán otros después exigiendo otra cosa, una vez abierto el negocio del chantaje. La seguridad sólo se consigue derrotando a los terroristas, sin ofrecerles nunca nuestra libertad.