jueves, 18 de febrero de 2016

Einstein y las ondas gravitacionales


Albert Einstein ha sido uno de los científicos más grandes de la historia, e incluso se puede admitir objetivamente como el más importante del siglo XX, que es mucho decir.

Aún así, resulta pesadillesca la sobrevaloración de la que ha sido objeto en los medios de comunicación, debida a que era un creyente del izquierdismo antidemocrático (el cáncer de occidente).

Esto viene a colación de cómo actualmente se le está atribuyendo todo el mérito de haber predicho las ondas gravitacionales, pese a que él mismo no creía en ellas.

En realidad, ya desde la segunda guerra mundial se hizo enfermiza la sobrevaloración de la figura de este físico, pues de repente los divulgadores se "olvidaron" de que el auténtico descubridor de la base de la teoría de la relatividad especial fue Hendrik Antoon Lorentz, con contribuciones fundamentales de Henri Poincaré, y contribuciones menores de algunos otros. Aunque después Einstein completara y perfeccionara la teoría. Y aunque además, más tarde, añadiera la teoría general que incluía la gravitación.

Los izmierdistas más jetas y fanáticos han difundido el bulo de que, los fenómenos más importantes predichos por la teoría de la relatividad especial, que son la dilatación del tiempo y la contracción del espacio a velocidades cercanas a la de la luz, los descubrío Einstein, cuando en realidad lo hizo Lorentz, y además también George Francis FitzGerald, Joseph Larmor y Woldemar Voigt (aunque estos tres con menos detalle o amplitud).

Actualmente la gente no vinculada directamente a la ciencia desconoce por completo estos hechos, y ni siquiera han oido hablar de Lorentz o Poincaré, no digamos de los demás. Tal es el grado de injusticia.

Comparemos lo sucedido con este trío (siendo generosos, pues en realidad el mérito hay que repartirlo entre un número aún mayor, como he dicho), descubridor de la mecánica relativista, con lo que ha sucedido con el trío descubridor de la mecánica clásica: Isaac Newton, Johannes Kepler y Galileo Galilei (a los que se podría añadir, con contribuciones menores, G.W. Leibniz, Nicolás Copérnico, Christian Huygens...):

Cualquier estudioso de la ciencia sabe que la aportación principal fue la de Isaac Newton, pero he aquí que en lugar de llevarse él todo el mérito, como le han regalado a Einstein con la mecánica relativista, aquí sí lo comparte con Galileo, tan conocido por la gente común como el propio Newton, puede que incluso más. ¿Por qué? Pues por otra chaladura izmierdista, que como buena religión que es odia a sus competidoras, y como Galileo tuvo problemas legales con la iglesia católica, pues ellos a encumbrarlo, como es su obligación de creyentes fanáticos.

Eso es un insulto a la inteligencia y una injusticia con los otros científicos nombrados, especialmente con el muy poco conocido Kepler, cuyas aportaciones fueron tan importantes, al menos, como las de Galileo.

Y la chifladura sigue. Entre la gente corriente todo el mundo conoce, desde hace décadas, a Stephen Hawking, por el simple hecho de que es bastante progre, no por ser un buen científico, aunque también lo sea. Y los divulgadores, con su rostro de hormigón, lo comparan con Newton, pese a que todo el que esté al tanto del devenir de la ciencia, sabe que son otros los contemporáneos que han hecho las aportaciones de mayor valor:  Steven Weinberg, Peter Higgs, Alan Guth, Edward Witten...

En fin, una muestra más de cómo la religión izquierdista antidemocrática (recordemos: socialismo, feminismo y autorracismo), o izmierdismo, está socavando gravemente la civilización occidental, que tan alto llegó de la mano principalmente de los protestantes; y la está sometiéndo a una grave decadencia, aunque aún esté en su fase temprana.

No es ninguna conspiración mundialista de élites financieras o judías, como dicen los escasos continuadores de los que perdieron la segunda guerra mundial. Ni el capitalismo, que es como llama, más o menos a lo mismo, el bando creyente de los ganadores. Es una religión de mierda, simple y llanamente. La evolución de las especies funciona a base de prueba y error. Y no sólo entre individuos, sino también entre grupos sociales, como han descubierto los biólogos. Y esto es un inmenso error.



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