martes, 18 de diciembre de 2007

Los abortos

Tomado con cámara oculta por infiltrados, para esta cadena de televisión de poca difusión:




Esto es lo que la mayoría de la izquierda quiere. El asesinato, frío y cruel, de seres humanos. Tras conocerse que ha estado ocurriendo en clínicas del país en la semi-clandestinidad, la Federación de Mujeres Progresistas (a todas luces es más correcto llamarlas Asesinistas), en lugar de tener un ataque de mala conciencia, como algún bienintencionado ingenuo podría imaginar, han corrido a manifestarse a favor del aborto “libre”. Estas sinvergüenzas llaman “luchar por los derechos de la mujer” a exigir el derecho a quemar y descuartizar bebés en sus úteros. Esa es su repugnante perversión del lenguaje. Así engañan a muchísima gente de buenos sentimientos. Incluso a algunos antiabortistas, en cierta manera. La misma Cristina López Schlichting, de la tarde de la Cope, utiliza a veces el término aborto “libre” (aunque en su caso criticándolo, de eso no cabe duda).
Es necesario tener cuidado para no caer en estas trampas, para no contribuir a la propagación del bulo. ¿Es defender la libertad pedir o exigir que se pueda matar a alguien inocente e indefenso (eso es, exactamente, el aborto)? Se le impide a ese alguien que jamás pueda elegir nada, ni siquiera vivir. No hay mayor liberticidio posible. Es luchar contra la libertad.

Esta mayoría de la izquierda no cesa de fomentar el asesinato: abortos a granel, eutanasia al por mayor, terrorismo de sus colaboradores políticos, tanto etarras como islamistas, revolusiones bananeras de todo tipo de tiranos...
A diario se asesina, bajo su sustento, aliento y aplausos.
Es algo que todos los que nos informemos podemos saber, pero hasta un anacoreta que saliera de su refugio por un día, lo sospecharía con sólo oírlos hablar por la calle. Son típicas las gracietas izquierdistas del estilo de: “la única Iglesia que ilumina es la que arde”, “tuno bueno, tuno muerto”, "vamos a quemar la Conferencia Episcopal", etc. No pierden ocasión tampoco, estos izquierdistas, de mostrar su odio enfermizo a las fuerzas del orden cuando persiguen el crimen, o a los “ricos”, que en un sistema justo, liberal (como no es el nuestro, por culpa principalmente de la izquierda), no serían otros que los que más y mejor trabajasen. En realidad odian a todos los que se opongan a que se masacre o desvalije a esos colectivos, lo que incluye a la mayoría de los pobres.

Y encima, los muy cínicos ponen la guinda a su pastel indignante y vergonzante fabricando montañas de propaganda (sufragada con dinero escamoteado a todos los españoles que trabajan), de las que yo conozco especialmente la cinematográfica, en las que le dan la vuelta a la tortilla y los derechistas son los criminales, pintándose ellos como los defensores de la justicia y la libertad. En sus películas ciertamente es así, pero en la tozuda realidad es indudablemente al contrario. Lástima de todos aquellos que se creen sistemáticamente lo que ven en una pantalla, en lugar de observar más a su alrededor.

Si queremos ser realistas al describir a todos estos socialistas (PSOE de Zapatero, comunistas de IU, nazis de ETA, ERC, etc), lo más correcto es llamarlos promotores del asesinato.

Dicho esto, concretaré mi postura personal respecto al aborto:

Después de la octava semana de gestación o embarazo, debería ser totalmente ilegal, en todos los casos.
Y antes de ese límite (hay tiempo de sobra para alguien responsable, y con la vida de otros es obligatorio serlo), sólo y exclusivamente me parece aceptable en los casos de violación flagrante o probabilidad casi total de daños físicos muy graves para la madre.
Para los casos de que vaya a nacer disminuido psíquico, o con alguna tara, o alto o bajo, lo siento mucho pero tienen el mismo derecho a vivir que los mejor dotados. La eugenesia es antinatural e inmoral, tanto si ya podemos ver al niño, como si aún está escondido y pequeñito, con lo que podríamos camuflar la canallada.
No digamos ya para los casos tipo “no deseo tenerlo”. Haberlo pensado antes de que existiera.
Un producto como la píldora del día después (no otros hipotéticos con efectividad más prolongada) podría ser admisible para cuando se descubre a posteriori un error en el método anticonceptivo usado. Pero no está muy claro.

¿Por qué el límite de ocho semanas para los únicos dos supuestos que considero aceptables? Veamos:

Es con el sistema nervioso con lo que se siente y se piensa. Antes de poseerlo no podemos decir que ese ser vivo tenga, o haya tenido nunca, algún tipo de conciencia de su propio ser. Por lo tanto, al abortarlo no sufriría de ninguna manera, ni tampoco mataríamos ninguna clase de conciencia.
No deja de ser un criterio subjetivo, pero insisto en que sólo serviría para los dos supuestos extremos antes mencionados.

En realidad el sistema nervioso empieza a formarse ya en la tercera semana de desarrollo (5ª de gestación o embarazo), con la neurulación, pero hay que tener en cuenta que un inicio de formación no implica aún ninguna funcionalidad. Además, se debe dejar un tiempo prudencial para los abortos permitidos que se contemplen, teniendo en cuenta que no es fácil para la madre tener seguridad de su embarazo antes de la 4ª semana (segunda de desarrollo).

En la 8ª semana ocurre un hecho importante: ya se distinguen las grandes divisiones del sistema nervioso central . Otra opción razonable sería aplazar el límite hasta la 10ª semana (octava de desarrollo), por ser la última de la llamada fase organoformadora. Significativamente, en la siguiente semana, la 11ª, los médicos hablan ya de feto, en lugar del previo embrión. Pero 8 semanas parece una solución de compromiso más prudente, pues además de lo antes comentado sobre el snc, ya en la 6ª empieza a formarse el sistema nociceptivo, relacionado con el dolor.

De cualquier modo, no me opondría a una ley que penalizara todo tipo de aborto, aunque no estuviera de acuerdo con ella al completo. Contra la que estoy dispuesto a luchar es contra la actual, que permite abortar niños técnicamente viables hasta en incubadoras, con sólo esgrimir “posibilidad de daños psicológicos para la madre”, y encima se deja que lo decidan psiquiatras a sueldo de las mismas clínicas que cobrarán por el aborto. No hay que ser un lince para aventurar que “no deseo tenerlo y por tanto sufriré psicológicamente si lo tengo” les parecerá una excusa aceptable tanto a los izquierdistas indecentes como a los médicos avariciosos.
Y los fetos al contenedor de basura, para que se los coman los perros. O a la trituradora y por el desagüe, que es más discreto.
Por descontado y con aún más motivo, lucharía contra el aborto “libre”, promovido por los asesinistas. Precisamente por la libertad.









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Ahora el gobierno demagogo amansa a los asesinistas de IU diciendo que no es el momento para cambiar la ley (a todavía peor, por supuesto). Claro, el momento llegará cuando a la gente se le hayan olvidado todas estas imágenes de la realidad, y el PSOE haya vuelto a sepultarla bajo toneladas de propaganda basurienta. Podrá ser tan rojete como IU, pero el poder no lo arriesgan.

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