viernes, 11 de abril de 2008

El futuro en clave de esperpento


Año 2025, Madrid, capital de la recién nacida República Socialista de Castellaneda. Se celebra un juicio en el Tribunal Supremo y toda la plana mayor del Partido asiste, a la espera del veredicto final para Saioa Sánchez, vieja esbirra de ETA...

- Yo fui de ETA, y no hay más.

Interviene el presidente vitalicio J.L.R. Zapatero, en videoconferencia desde su finca en Valladolid, entre toses por los achaques de la edad:

- Saioa Sánchez ha estado por el proceso de paz. Ha jugado un papel ímportante y fúndamental en todo este camino largo, duro y difícil, hasta llegar al fin de la vioencia entre dos naciones hermanas, Castellaneda y Euskal-Herría. A partir de ahora cada una andará por su propio camino, pero siempre con sólidaridaz, respeto, comprensión y sonrisa. Y el mismo futuro de relaciones de hermandaz tendremos con el resto de naciones que, en los oscuros tiempos del pasado, antes de que acabáramos con el fascismo y la extrema dereña de una vez por todas, conformábamos el insidioso imperio español, que sólo quiero recordar para que nunca más se vuelvan a cometer los errores del pasado.
Nuestros mejores deseos para los futuros gobiernos republicanos y socialistas de Galiza y León, Països Catalans, y Al-Andalus, que vuelven a récuperar su soberanía tras siglos de guerra. Nuestra patria común es la libertaz.

Turno para el Juez Supremo, su excelencia Baltasar Garzón:

- (entre lágrimas) Amigos, qué puedo añadir yo a las sabias palabras que el talante del Presidente de nuestro corazón ha acertado a pronunciar. La judicatura ha sabido escuchar a la sociedaz durante todos estos años, no hemos hecho oídos sordos ante lo que nos demandaban, ni nos hemos molestado por rociar nuestras togas con el polvo del camino. Declaro que...
¡Saioa Sánchez queda en libertad sin cargos! Y además, ¡será declarada héroe nacional también en nuestra República! Tendrá además, ¡el honor de firmar la primera en el Tratado de Paz!

El público rompe en aplausos con alboroto, y el ruido se hace atronador, durante largos minutos en los que la exultante etarra posa y saluda. Por ello nadie se percata de la aparición en los monitores de Don Felipe de Borbón, que desde su exilio en Francia, se dispone a pronunciar sus últimas palabras dirigidas a la península Ibérica:

- Hablando se entiende la gente.

Su sonido queda ahogado por el tumulto, y nadie le oye.


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