martes, 6 de febrero de 2007

El laberinto del fauno

Se trata de una película fantasiosa de cabo a rabo. También en aquello que Guillermo del Toro ha pretendido que represente a la realidad. ¿O será una malévola jugarreta el disponer en paralelo la reivindicación de las creencias en mundos mágicos con la de mundos ideológicos fantásticos? Yo diría que no, que la sutileza no es una cualidad del extravagante mejicano. Lo deja claro en una secuencia final donde notamos que las visiones de la niña no existen para los demás. O al menos para el capitán, con lo que se podría seguir guardando un leve resquicio de duda, que queda finalmente disipado al conocerse que Del Toro realmente piensa que hay que creer en la magia.
Lo que realmente pasa es que Del Toro debió de enterarse (quizás vía su amigo Federico Luppi, el que propuso poner un cordón sanitario que aisle a la mitad de los españoles) del chollo que hay en España con el cine propagandístico. Anti-liberal, filomarxista y nacionalista. Atenerse a estás grandes temáticas con alto grado de fanatismo es bien recompensado por nuestros gobiernos y la academia de cine. Y como buen oportunista que supo colarse en Hollywood con terror basura, ha sabido colarse también en la gran olla española de la subvención a titiriteros. Ahí queda el extremo maniqueismo en la representación de los dos bandos de nuestra guerra civil, con unos franquistas demoníacos, y unos rojos valientes y bondadosos. Sí, sí, ese bando que no paró hasta acabar con la república, y que una vez perdió la guerra civil pretendió meternos también en la segunda mundial.
Comprendo que esté siendo muy aplaudida en Usa, al fin y al cabo ellos también están en decadencia y no distinguen aquello que en el fondo va socavando la fortaleza de su sistema. Y, sobre todo, la mayoría por allí desconocerá cual fue la naturaleza real de nuestra guerra civil. Pensarán que fue lo que dice la ubicua propaganda, una contienda entre fascismo y democracia, un ensayo de lo que sería la segunda guerra mundial. Y lo cierto es que ninguno de los dos bandos era demócrata. La nuestra fue una guerra entre fascismo (sí, aunque no tan malo con el nazi) y un conglomerado de marxistas, anarquistas y racistas del PNV, que además tuvieron otra guerra paralela interna entre ellos. En cierto modo sí se pareció a la segunda guerra mundial, pero sólo a una parte de ella. La que libraron los nazis alemanes con los comunistas rusos. Los que comenzaron siendo aliados (claro, ambos eran socialistas) para luchar contra las democracias e invadir otros paises. Que acabaron peleándose entre ellos por excesiva ambición de unos. Y, pese a ser tan dañinos unos como otros, se demonizó mucho más a los nazis. Por una razón primordial: mientras la unión soviética se ensañaba con paises débiles, los nazis ocuparon también intereses ingleses y franceses, con lo que éstos les declararon la guerra; y por otro lado los japoneses atacaron Usa. Se aplasta y demoniza al enemigo, y si para ello te ayuda otra potencia tan mala como aquel, bienvenida sea. En definitiva, sólo a esa parte de la segunda guerra mundial, la contienda entre nazis y comunistas, se parece nuestra guerra civil, como también prueba el hecho de que fueran sólo esos paises los aliados de uno y otro bando, sin que se inmiscuyeran las democracias liberales. Y como también corrobora el hecho de que los herederos de aquellos fanatismos (la mayoría de los que quedan proceden de la raigambre "roja", como es lógico ya que se aplastó y demonizó a los otros), continúen empeñados en criticar y atacar a las democracias liberales, ahora aliados con el islamismo.

Al césar lo que es del césar (no hablo de Fidel Castro, sino de un admirador): en la película la parte correspondiente al mundo que supuestamente es el único fantasioso, resulta muy sugerente. Está muy bien hecha, será porque ahí el fanatismo no hace mella. Pero no logra borrar el desastre de la pretendidamente realista. Y menos si echa mano de la manida metáfora del infante que necesita inventarse un mundo mágico para abstraerse de la cruel realidad...
Quién lo iba a decir tras Cronos, Mimic, Blade II y Hellboy, donde apenas se toca la política salvo de soslayo y muy poco tiempo. Guillermo del Toro nos ha salido un artesano panfletario de primera calidad. Un digno heredero de Sergei M. Eisenstein y Leni Riefenstahl.

¿Y la academia de titiriteros? Pues a hacer su trabajo con devoción: siete goyas para este buen trabajo del camarada Del Toro, cinco para Almodóvar como premio por haber acusado al PP de montar un golpe de estado entre el 11-M y el 14-M (justo al contrario, el golpe lo dieron la alianza de marxistoides e islamistas), y mucha farandula.
Que la rueda del molino no se pare: subvención, creación de propaganda, promoción de la misma en los medios, premios, subvención, creación, promoción ...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo cierto es que ya había iniciado su andadura en la historia política reciente de España con "El Espinazo del Diablo", pero como no vi ninguna de las dos ni puedo ni debo pronunciarme al respecto. Pues prepárate porque, como suele decirse, no hay dos sin tres y, de una forma abiertamente declarada, prepara una tercera parte sobre la guerra civil española. Lo que más me llama la atención de este director es que, pese a que películas suyas como Blade 2 o Hellboy apenas consiguieron despertar en mí emoción e interés alguno, parece que por el simple hecho de haber sido realizadas por Guillermo Del Toro merecen un escaqueo bajo la mirada de según qué críticos (y no precisamente freaks flipadillos de los comics).

Mastieno dijo...

Yo tampoco he visto "El espinazo del diablo", aunque sabía que era medio española. Desconocía que preparase otra más sobre la guerra civil... Guille adolece de gula y estaba hambriento, avistó la olla de la subvención española y se ha lanzado a comer en plan Son Goku.

Para muchos críticos ser cineasta progre aumenta automáticamente en cinco puntos la nota de cualquier película suya, aunque fuese una de guantazos de Steven Seagal.
¿Cómo se come si no el gran crédito que tiene el bodrio "Buenas noches y buena suerte", insufrible propaganda encubiertamente filocomunista?